Mi primer recuerdo es mi mamá poniéndome una inyección en un hotel de La Falda, donde estábamos de vacaciones.
Yo volaba de fiebre.
Cuenta mi hermana que tenía fácil cuarenta grados, y que mis papás estaban muy asustados y hasta pensaban que capaz no vivía para contarlo.
Vaya forma de hacer consciente el yo.
miércoles, 10 de septiembre de 2008
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